1. Pensar que tu idea vale dinero
Es uno de los fallos comunes en los emprendedores: confundir una buena idea con una oportunidad. Es evidente que tener una buena ideas es muy importante, claro está. Pero hay emprendedores que se ciegan por su idea, no viendo si realmente es una oportunidad para el mercado. Pensar que nadie más ha tenido esa idea no es sinónimo de que valga mucho dinero.
Lo que hay que tener claro es que una idea no es un negocio. Un negocio se fragua cuando se sabe cómo hacerlo, y una idea tiene muchos caminos para ser ejecutada. Hay muchas buenas ideas a día de hoy, pero que, por falta de perspectiva, no han sido buenos negocios o no lo van a ser. De ahí la necesidad de conocer, y de tener a gente que te separe de ese enamoramiento de la idea.
¿Cuánto nos puede costar el error?: Si no validamos pronto la idea para tener las primeras métricas de ventas o demanda por parte de los clientes, puede suponer una pérdida económica a la altura de todo nuestro proyecto, ya que éste no será invertible. Al menos dos años de tu sueldo y todo el equipo.
2. No fijarse en lo que ya se ha hecho mal
No todas las ideas funcionan, y no tiene que ver que sean buenas o malas ideas. Tiene mucho que ver, como hemos dicho, de cómo se ha comportado ese emprendedor, y cómo ha evolucionado este negocio. Pero es cierto que si hay cosas que se han hecho 15 veces, y no han funcionado, no hay que obcecarse.
Ver los errores que han cometido los otros nos puede ahorrar mucho tiempo y dinero. Se necesitan conocer los aciertos y errores (aunque parece que estos últimos no salgan mucho a la luz). Hay que estudiar la evolución de los negocios de nuestro sector, o de aquellos que nos puedan suponer un rival.
¿Cuánto nos puede costar el error?: Existen entornos en el ecosistema emprendedor que pueden apoyar en los primeros pasos de una startup con mentorización y experiencia. Rodearse de un equipo asesor que ha pasado por las mismas fases es esencial. Si lo comparamos a un programa de aceleración el coste de no tener ese apoyo en tiempo podría ser de seis meses.
3. No mantener las cosas sencillas
Hay que ser sencillos dentro de lo que queremos llevar a cabo. ¿Quiere decir esto que no nos esforcemos? Para nada. Quiere decir que tomemos las cosas a lo “keep calm”. Para todo hay un paso, y, si se conoce el proceso, no tiene por qué salir mal.
Es importante que uno tenga las ideas claras, y saber cómo adaptarlas conforme avanza el proyecto. Es habitual que el público, el producto, el modelo de negocio, etc. se vayan modificando, pero ahí entra también el poder del emprendedor y su capacidad de tener un buen enfoque de su negocio. De nada sirve tener muchas ideas que vayan “molestando” a los objetivos finales del proyecto.
¿Cuánto nos puede costar el error?: Este error depende de la propuesta de cada uno. Se tiene que saber cuánto se puede, lo que se quiere y lo que no se puede abarcar. De ahí la importancia de tener definido el MVP (Minimum viable product) y sacarlo a la luz una vez lo tengamos. Si tardamos demasiado, no seremos conscientes de si nuestra idea es una buena idea (error nº1) y de si funciona en el mercado. Cuanto antes saquemos el MVP, mejor.
4. No ser ágil ni flexible
Es necesario ser una persona trabajadora y con las ideas muy claras. Pero, del mismo modo, es imprescindible ser una persona ágil y flexible en el sentido de que el camino del emprendedor es como una pequeña montaña rusa llena de subidas y bajadas que pueden provocar más de un sofoco a los emprendedores.
Muchas veces pensamos que nuestro proyecto va a tener mucho éxito, pero, cuando lo lanzamos, cuesta mucho que despegue. De ahí la necesidad de que se sigan haciendo pruebas, cambios y nuevos lanzamientos. El emprendedor ha de tener una mente muy abierta y no obcecarse con sus ideas. A su vez, es muy importante la gestión de emociones en este proceso, teniendo habilidades emocionales de control frente a este proceso.
¿Cuánto nos puede costar el error?: Existe un dicho que es “prueba rápido; fracasa rápido”, referido a que cuanto antes nos demos cuenta de nuestros errores más pronto podremos solucionarlos. De ahí la necesidad de que el emprendedor sea persistente sin llegar a obsesionarse en algo que puede que no salga adelante. Más que coste monetario, aquí juega el coste emocional y el capital humano. Se necesita un buen control de las emociones para no perder, sobre todo, la paciencia.
5. Elegir mal a los compañeros de viaje
El emprendedor no vuela solo. Es más, se podría decir que ser emprendedor es como llegar nuevo a un país a vivir. Vas solo, conoces a gente, todo parece al principio precioso, pero acostumbrarse cuesta mucho. Lo que al principio parece todo momentos llenos de promesas y sueños, al final se puede convertir en un infierno si no tenemos a gente al lado que de verdad nos ayude. Y es que, poco a poco, van saliendo los defectos.
Por ello, en el camino del emprendimiento, es vital juntarse con personas competentes que sean buenos profesionales, que conozcan y sepan hacer las cosas (o que estén aprendiendo por lo menos a hacerlas). Para eso hay que pegarse a personas que estén en el mismo proceso que tú, o que tengan las ganas de iniciar un camino próspero adelante, siendo consciente de la dificultad del terreno. Es necesario que tus compañeros de viaje sean personas con mundo, que sepan idiomas, y sean flexibles y transparentes (y si de paso tienen sentido del humor, mejor)
¿Cuánto nos puede costar el error?: No rodearse de un buen equipo puede generar más de una desventaja en el momento del viaje que lleguen las turbulencias. Puede suponer desde el inicio de batallas legales, juicios, indemnizaciones y reclamaciones, hasta la muerte del proyecto.
6. No saber comunicar bien tu proyecto
Para triunfar hay que comunicar. Y es que, aunque tengamos la mejor idea del mundo, si no sabemos cómo explicársela a los inversores o nuestros potenciales clientes, no nos servirá de nada tener esa idea. Los emprendedores pasan la vida comunicando su proyecto y hablando con millares de personas.
No es cuestión de hablar bien: es cuestión de atraer bien. Se necesitan emprendedores que no aburran a su público, que sepan prepararse, ensayar, practicar, etc. para transmitir su verdadero mensaje. Pero aprendido no se nace. Es por ello que necesitamos verdaderos profesionales que nos enseñen a presentar en público de forma dinámica para evitar que las masas se nos duerman.
¿Cuánto nos puede costar el error?: Una buena puesta en escena a la hora de presentar un proyecto ante los inversores es un imprescindible. No captarlos en una presentación supone que no consigamos capital, perdiendo así las opciones de nuestro negocio. A su vez, si no sabemos presentar como toca puede generarnos un crecimiento lento al no obtener la comprensión por parte de los otros, pudiendo llegar al caso de que alguien con mejores habilidades nos copie y nos supere, tirando todo lo hecho a la basura.
7. Creer en la “todopoderosidad”
La “todopoderosidad” es la sensación de que uno lo puede todo, lo puede hacer bien, y no necesita a nadie para ver qué está haciendo. Actualmente hay muchísimos emprendedores que creen tener la verdad absoluta del mercado, perdiendo así la visión de su negocio y generando en su mente pensamientos que no corresponden a la realidad. Este sentimiento lo sufren, sobre todo, las personas con poca humildad, que se niegan a ser sociables y a interactuar con otros profesionales que le digan qué está haciendo mal y cuáles son sus puntos débiles.
Es un error pensar que uno puede todo, pues llegará un momento que la actividad le superará. De ahí nuestra insistencia en que el emprendedor tiene que tener una disciplina y una rutina que le ayude a llevar su negocio adelante, así como un buen equipo y profesionales cerca que enseñen los errores comunes que uno puede cometer. Se premia la capacidad escuchar, la empatía, y, ante todo, la humildad del emprendedor.
¿Cuánto nos puede costar el error?: No existe quien tenga la verdad absoluta, ni sepa todo sobre el mercado. Saben aquellos que han validado su negocio y que poseen clientes que les den unos datos con los que ver cómo va evolucionando su proyecto. Perderse dos años de tu vida sin rumbo, ni ayuda.
8. No formarse
No hay excusa. Alegar que no hay medios para formarse hoy en día es una falacia (por no decir una injuria y una calumnia). Existen plataformas y escuelas que te enseñan cómo se emprendedor y cómo iniciarte en el mundo de las startups.
Ya no sólo es necesario formarse, sino conocer el mercado e investigar sobre él. Para ello se necesitan herramientas y metodologías que son necesarias aprender (y que te las enseñen). Es fundamental conocer dónde nos vamos a introducir, sino nos pueden comer de forma fácil la situación.
Del mismo modo, igual que hay que saber, hay que practicar, es decir, trasladar todo lo aprendido al campo práctico que es como verdaderamente se aprende. Para eso es vital una simulación de lanzamiento de proyecto, para evitar todos estos errores que hemos enumerado.
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